lunes, 25 de mayo de 2009

Morbid Angel en Guatemala


Una verdadera capa de oscurantismo viene al país. Justo cuando las nubes grises del invierno caribeño vienen a cubrir la región, otro fenómeno será el que saque tinieblas en la ciudad. Se trata de la banda de metal Morbid Angel.

Creada en 1984 por el virtuoso guitarrista y compositor Trey Azagthot, alineó a uno de los tríos más reconocidos en la escena metalera mundial: el propio Trey, músico, guitarrista, pianista, amante de Mozart, de la brujería y del ocultismo; David Vincent, bajista y dueño de una voz gutural prodigiosa, imponente, pareciera sacada del propio averno; y por último Pete Sandoval, exageraría diciendo que él inventó el beat a velocidad luz, pero ha sido su máximo exponente, nadie le gana a esa frenética forma de sarandear la batería, inyectándole a la seriedad de las letras y la violencia de las voces, una sobredosis de adrenalina.

A pesar de su rudeza, lo especial de Morbid es su profundidad. Letras bien pensadas y llenas de contenido, que son en sí mismas, historias y manifiestos que recuerdan los mejores discos de Black Sabbath, tan llenas de misticismo y literatura, de leyenda y rebeldía. El enfoque es satanista. Quizás no como la versión de LaVey, sino más bien desde el enfoque escandinavo. Es decir, un satanismo que es ante todo una contracultura, una rebelde posición contestataria ante una religión impuesta y que busca tradiciones más originales, indígenas (en su significado: originario de...).

Tanto música como composición atacan a las creencias del cristianismo, pero es en sí, una guerra que se discute en planos metafísicos pero cuya cuna son razones ideológicas. Si ataco al "imaginario", ataco a los valores del ser que lo imaginó. Así, por ejemplo, atacan no a dios, sino al espíritu santo, en un país como Estados Unidos en donde las iglesias pentecostales y neopentecostales (adoradoras del espíritu santo), abarcan con sus hilarantes iglesias cada centímetro habitable (evangélicos, testigos de jehová, etc.).

Es de celebrar, quien viva aquí lo entiende mejor, que una banda como ésta logre tocar en vivo. Al ser un país con una identidad que va más allá del conservadurismo y religiosamente hipócrita, se celebra ante todo, la libertad. Y creo que eso es lo que me emociona. A esta banda y al género de rock pesado, metal, tengo años de no escucharla. Me enloquecía en tiempos de adolescencia tardía, porque alimentaba el fuego crítico en mí, porque me hacía sentir "respetado" o "temido" por atreverme a escuchar algo de esa magnitud, contra toda moral y urbanidad. Ahora es un gusto más digerido, más racional y -por qué no decirlo- hasta melancólico.


Quizás es muy pronto para hablar (o escribir), ya que el concierto será hasta el próximo 20 de junio.

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