viernes, 23 de noviembre de 2007

TWILIGHT




Me tope con esta trilogía ampliada de libros vampíricos escritos por la estadounidense Stephenie Meyer, cuando estaba navegando por allí y creí, más bien, tuve la esperanza de haberme topado con una digna sucesora y heredera de la gran Anne Rice. Sin embargo no fue tan así.

Una vez más caí en los malignos juegos de la publicidad que a pesar de mis diatribas obsesivas que en su contra lanzo, todavía me seducen con sus cantos de sirena. Es un riesgo que usualmente se corre cuando gustan estos temas no tan populares en nuestro medio, sin fuentes más fidedignas y confiables en donde guiarse, es fácil sobredimensionar lo que se encuentra. Ni modo, de cualquier manera no estuvo realmente tan mal, mi exageración va en la línea de las altas expectativas comparativas.

Son tres libros los básicos: Twilight, New Moon y Eclipse, aunque debido al éxito obtenido por parte de la autora en su país de origen, por lo menos otros dos libros están listos para unirse a esta trilogía. ¡Vaya maña de los escritores de fantasía, góticos, romanticistas y de horror de andar escribiendo series de libros y no uno solo!, amén del mercado cultural seguramente.

De sus 498 páginas, un 80% hace el esfuerzo descomunal y finalmente logrado por contar una historia de amor, cursi e idílica. Pareciera una típica película de adolescentes gringa en donde la nueva chica recién venida de la gran ciudad, llega al highschool local y después de haber sido nadie en la metrópoli, aquí súbitamente es todo, es decir, es popular. Como corresponde en esta ya tan usada línea melodramática de las historias de adolescentes gringos, la protagonista se liga al más guapo, rebelde, codiciado, rico, inteligente y misterioso chico del lugar, un tal Edward Cullen, que casualmente resulta ser un vampiro.

La chica bonita, sencilla e indefensa se ve primero rechazada por el galán, pero sólo como recurso narrativo para acentuar el heroísmo de éste cuando le salva la vida en un accidente automovilístico. A partir de allí, inicia el romance.

La autora, para mi gusto, exagera el uso del monólogo interno porque no lo hace con fines de profundizar una identidad psicológica, patológica o psicópata, sino más bien para dibujar los castillos en el aire que se va construyendo la protagonista respecto a su amado vampiro. Es como escuchar una canción de José José una y otra vez hasta saberse de memoria la letra y la tonadita.

Mientras tanto, y esto es lo más interesante de la novela, la familia vampírica de Edward se debate entre la aceptación o no de este comportamiento tan poco usual por parte de su hijo más querido, ya que este súbito enamoramiento suyo con una mortal cualquiera, puede poner en riesgo dos situaciones elementales: su fachada construida ante los humanos del pueblo, y el pacto de no agresión que tienen con los hombres lobo de la reservación cercana. Este giro sí gusta y entretiene, lastimosamente no es el leiv motive del asunto y se pierde en contextualizaciones dejando la luz principal al romance atípico y “prohibido” entre Bella y el inmortal maldito.

Después del cortejo y enamoramiento por fin se desarrolla la parte thriller de la novela, una nueva camada de vampiros visita el lugar y siente curiosidad por el estilo de vida de la familia Cullen (ya que éstos son una especie de vampiros vegetarianos, no beben sangre humana, únicamente animal, lo que les permite dejar de ser nómadas y asentarse prolongadamente en lugares que les gustan). El líder de la camada visitante es un cazador nato, del tipo “lo importante es la persecución, no el alcance” y se obsesiona con el olor que emerge de la sangre de la protagonista (Bella) –que por cierto es lo que también vuelve loco a su nuevo novio Edward-. Da inicio entonces la cacería y la defensa de unos y otros vampiros, mostrando en el ínterin las habilidades que tienen los miembros del clan Cullen, así como éste cazador obsesivo.

Como dije, lastimosamente ésa parte sólo representa un 20% del libro y no digo que todo debiera ser suspense o acción, no, pero la parte melosa y trillada es demasiada.

Muy destacable son los miembros de la familia Cullen: Carlisle, el patriarca del clan, ideólogo de la convivencia con los humanos, médico desde hace muchos años (imagínense un vampiro que por convicción no bebe sangre humana y que trabaja en el hospital atendiendo emergencias); Esme, la esposa y figura materna del clan, sin ningún poder o característica especial a destacar más que su sentido maternal; Alice, la hermana, muy interesante, es la más pequeña y tiene poderes psíquicos de imágenes de los probables futuros cercanos; Jasper, hermano adoptivo-novio de Alice, nada que decir más que su habilidad por emanar ambientes de paz y relajación; Rosalie, la belleza sobrenatural, es la única que no acepta a la protagonista; Emmet, el hermano adoptivo-novio de Rosalie, fuerza descomunal que se alimenta de osos pardos a los que le gusta matar en combate directo. ¡Ah! Lo olvidaba, Edward es como el hermano mayor de todos que siempre estuvo solitario, hasta que llegó la chica de la gran ciudad. Tiene el poder muy envidiable, de leer las mentes de los demás –humanos y vampiros por igual- menos, obviamente, la de su amada.

La otra circunstancia también interesante porque deja un halo de tensión, son los personajes indígenas de la reservación, hombres lobo que hicieron un “pacto de caballeros” de no agresión mutua ni intromisión territorial, con los vampiros Cullen. Sin embargo esta tensión está prometida para el siguiente libro New Moon.

En total no son unas “crónicas vampíricas” o algo cercano a ellas, lo imagino más bien como un intento por responder o tratar de aprovechar la oleada inglesa de fantasía y consumo juvenil con su Harry Potter. Lo digo por los elementos básicos que posee, es decir, un teatro de operaciones muy normal en el adolescente gringo, en donde interactúan personajes mágicos o no usuales (logro que hiciera J.K. Rowling con la escuela Hogwarts). Habría que leer los otros libros de la serie de cualquier forma, se dice que próximamente se filmará la película de este primer libro. Hollywood nunca pierde su tiempo.