lunes, 4 de mayo de 2009

Meditaciones de media noche


Nada como la media noche para meditar rodeado de silencio y oscuridad. Las cosas más profundas se funden con las más triviales y todas encuentran un mismo sentido dentro de un aparente caos, como dentro de un caleidoscopio de pensamientos y sensaciones. La media noche es... mágica, casi sobre natural y aún, es una medida de tiempo, pero no es una hora exacta. Media noche es el punto nocturno en que uno se encuentra consigo mismo y abre sesión con ángeles y demonios, tiros y troyanos, moros y cristianos, monjes y cofrades. Regularmente mis medias noches son a eso de la 1 a.m., o a las 3 a.m., cuando el silencio me coge leyendo, trabajando o escuchando música. He tenido medias noches incluso a partir de las 8 p.m., en comunidades rurales en donde el campesinado ya duerme por esas horas, ya fuere por las largas horas de trabajo o bien, porque no existe aún el servicio de energía eléctrica. He tenido medias noches también en el día, pero han sido muy, muy escazas, solo una en un desierto y otra... en los brazos de una mujer formidable que jamás volví a ver. En las ciudades es difícil conseguir medias noches, pero uno siempre encuentra el lugar aislado y seguro para apartarse del mundo, abrir con sumo cuidado su ajuar de pensamientos e ilusiones, sacarlos a pasear para su baño de luna. Envida me dan las brujas, imaginándolas danzar en bosques y claros, libres al aire en cuerpos desnudos. Quisiera desnudar así mi mente, de prejuicios y certidumbres. Solo a la media noche consigo ser un libre y auténtico librepensador.

2 comentarios:

Samantha dijo...

Me gusta la frase: Solo a la media noche consigo ser un libre y auténtico librepensador

Telîthâz dijo...

Muy bueno,saludos.