lunes, 26 de mayo de 2008

El Inquisidor



El libro no llegó muy bien recomendado ya que venía con un sellito de "Best Seller" y porque me lo dio mi padre, no es que tenga nada en contra de él, es simplemente que aun creo verlo con algo del "síndrome Da Vinci". Ese que le ha dado a la gente por andar comprando compulsivamente todo tipo de literatura de la conspiración, de la dominación mundial, de las sociedades secretas confabuladas para conquistar al mundo y esas cosas.

El Inquisidor es, hasta donde sé, la primera novela del escritor argentino Patricio Sturlese. Cuenta la historia del "Ángel Negro", Angelo De Grasso, Gran Inquisidor General de Liguría y su persecución de dos libros malditos. Son algo parecido al "evangelio apócrifo del diablo", como ellos mismos le llaman y representan una amenaza al orden cristiano -y deista en general- establecido.

Uno de los libros que persigue De Grasso no es otro que el Necronomicón. Este libro, fuera de la ficción, es una obra que ha estado inmersa en el vaho del misterio por muchos años. Para algunos fue invención del gran escritor del terror H.P. Lovecraft. Para otros, realmente fue escrito por el "árabe loco" Abdul Al Hazred, allá por el 730 de nuestra era, dictado por "las voces y chirridos nocturnos de los Djinn, o demonios, en el desierto de Arabia".Y para los más especiales, fue escrito por puño y letra de Lucifer. Se ha dicho también que las páginas del Necronomicón eran de cuero humano. Todas las leyendas y lo que se puede decir acerca del Necronomicón da para muchísimos posts más.

Volviendo al "Inquisidor", la trama va hilvanando conocimientos y principios esotéricos y teológicos a la vez que descubre complots y traiciones. Utiliza como telón de fondo la pugna de poder en Roma entre las élites religiosas católicas, así como la crisis eclesiástica del Renacimiento. El nivel de detalle es muy bueno, describe casi a la perfección, por ejemplo, los métodos de tortura utilizados por el "Santo Oficio" . Es, además de un thriller sacro (como su autor le define), una novela histórica que mete sus narices en las intimidades de la curia, saca los trapitos sucios al sol con un aire de naturalidad.

Siento algunos vacíos en la historia, quizás es que no leí bien, el pie de bruja encontrado en las ropas del monje griego Xanthopoulos, por ejemplo, ¿de dónde salió finalmente?

Algunas partes de la trama central las sentí forzadas para justificar un final ya elaborado. Por ejemplo, el repentino ejercicio físico que hace el protagonista dentro del barco al pedir que le asignen tareas de marinero, con la clara y expresa motivación de darle antecedente narrativo a su fortaleza muscular que le servirá en la campaña de venganza contra el Cardenal Iuliano y sus huestes.

Hace uso de las repetidas fórmulas de estos thrillers: sociedades secretas en conflicto, relacionadas con la religión y/o fuerzas políticas. En este caso es una pugna entre la Santa Inquisición, con una especie de masonería católica llamada Corpus Carus y con una sociedad secreta de brujos llamada, no muy creativamente: La Sociedad Secreta de Brujos.

Además de una muy entretenida lectura, este mi contemporáneo escritor hace gala de sus conocimientos teológicos y critica sutilmente ciertas costumbres de comportamiento anormal, como el celibato. El libro ha traído de nuevo a mi mesa de trabajo viejos temas que estaban guardando lugar en la librera. Me refiero no sólo al Necronomicón, sino al árabe Alhazred, al apócrifo Enoch, a los bíblicos Nephilim, a Hermes Trimegisto, a los ocultistas como Crowley o Madame Blavatzy... etc. Ya vendrán otros posts, quizás.

La guinda al pastel de este libro fue el agradecimiento que el autor hace al extraordinario Chuck Schuldiner, gran músico estadounidense de la escena metalera.

martes, 13 de mayo de 2008

Días Extraños (II)

Hoy, me decidí y llamé a un amigo. Él es una autoridad en lo que se refiere a música clásica (académica, me corrige). Yo estaba en esos días en que simplemente queres aprender cosas nuevas, moverte un poco de tu "zona de comodidad". Le pedí rebanadas de enseñanza, quería ingerir un poco de Mozart. Pero no al estilo "10 grandes hits de Amadeus", sino a la manera de un "iniciado". Mi amigo no solo aceptó compartir su sabiduría con migo, sino además me invitó a su muy agradable y posmodernista apartamento de la zona 10. No solo eso, además me convidó a dos fantásticas cervezas alemanas (totalmente desconocidas para mi "gallera" trompa). Y no solo eso, además su muy hermosa compañera nos convidó a un fantástico canapé (¿?) de hongos, delicioso. Y no solo eso, el amigo me otorgó toda una cátedra sobre la música académica (ya aprendí) y anécdotas de los compositores, intérpretes y directores. Y no solo eso, además lo hizo con apoyo audiovisual por medio de un equipo francamente digno de un estudio de grabación profesional. Y no solo eso, gracias a él ahora soy menos ignorante, ya sé distinguir los conciertos, de las sonatas, de las sinfonías. Y no solo eso, además conocí a Mahler, realmente un tipazo compositor, ese será mi próximo objeto cultural de consumo (altruismo que le dicen).

Iba yo rebosante de finura delicadeza, cuando al salir me encuentro con que a mi carro le reventaron una ventana lateral reduciéndola a añicos vidriosos regados por el suelo. Con modesta resignación lo veo y... sonrío. Abro la puerta maltrecha y contemplo el desastre. Pérdidas dolorosas: 1.- Audífonos especiales para ipod con reducción de sonido externo; efecto inmediato: no podré apreciar apropiadamente a los nuevos maestros que ha adoptado mi melómana conciencia. 2.- Mi libreta de notas: para qué carajo les sirven mis apuntes, locuras, ideas, fantasías; efecto inmediato: amnesia creativa. 3.- Papeles de la oficina: por lo menos me quitaron trabajo qué hacer, solo falta que el cliente me entienda y me pague de todos modos (¡JA JA!); efecto inmediato: endeudamiento con la plástica tarjeta crediticia. 4.- Un taco de billar, esta pérdida me duele y mucho, dicho taco lo compré junto a otro igual que le regalé a mi tío, que es como un padre para mí, nos ha servido para juntarnos e ir a jugar un poco de pool; efecto inmediato: estoy lleno de fúrica ira.

Así que, más rápido de lo que pensé... hago a un lado mi sofisticada nueva fascinación por lo clásico académico musical y le regalo al bendito hermano que me robo mis pertenencias e hizo añicos mi puto día... con esta especial dedicación musical, no muy académica pero si bien sincera.

lunes, 12 de mayo de 2008

Por fin la lluvia


Como hace años declare a las religiones, instituciones non gratas en mi vida, me es fácil hoy en día ser más libre y más feliz, porque tengo menos sentimientos de culpa y creo en el ser humano como tal y no como figura hecha a la medida de la perfección, por lo tanto no me molesta la incertidumbre y espero cualquier cosa, porque el humano está lleno de errores. Y el mundo, al ser un imaginario del humano, también tiene errores. Así que a mí los mundos perfectos me desfilan a paso alemán redoblado por el arco del triunfo.

Ahora bien, hay cosas o más bien, ideas del mundo "perfecto" o "sacro" que me gustan. Entonces las tomo y las deformo a mi gusto y antojo, como cuando sos niño y jugás con la plasticina que te han regalado. Una de esas ideas que tomo de lo sagrado, es la del paraíso.


Cuando era niño tenía este amigo mío (aun somos amigos después de 25 años), cuya familia y él en su momento, practicaban la cristiandad desde una de sus sectas gringas: Testigos de Jehová. Para que lo dejaran salir a jugar futbol, cincos, trompo o lo que fuera que jugásemos, había que soportar cada día junto a él, una dosis de treinta minutos de "estudio". Así le llamaban a la evangelización obligatoria y aleccionadora de los nuevos cuadros.
Pues bien, ese no es el punto, el punto es que como acto de solidaridad yo me dispuse varias veces a compartir junto a él las lecciones de fe que nos impartía "una hermana" (pelo recogido, rostro pálido, largas faldas, poca imaginación, aliento a cebolla, parecería una señora mayor, solo sus barros nos daban cuenta que no era mucho más grande de edad que nosotros mismos, pero avejentada, el matrimonio con la iglesia y cristo ya le había cobrado el noble sacrificio de la juventud). La lección de fe incluía una oración de entrada, la lectura de la "Atalaya" (revista oficial de la secta) y la explicación bíblica (grandísimo sermón virulento) de cómo ser malo en esta vida, se traduciría en una interminable combustión de la carne y del espíritu en una eterna y desgarradora pira infernal. Bonita imagen para un niño.

Pero bueno, a lo que iba, el paraíso. Esa era la contraparte, el premio por ser obediente, entendido, sacrificado, llevadero, humilde, dar el diezmo, dar el trabajo, dar el tiempo, darlo todo por el todo para la otra vida. Para motivarnos a llevar este
camino de la verdad, la señorita avejentada nos mostraba una ilustración, un dibujo que nos parecía simplemente... excitante, ¡no!... más que eso: Extasiante. Si. Era un éxtasis (Estado del alma caracterizado por cierta unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor, y por la suspensión del ejercicio de los sentidos). Era un valle verde, largo y profundo, al pie de montañas majestuosas, casi olía a limpio, a fresco, lo más impresionante era ver ese león, un felino de magna melena y recio abolengo, sentado a la diestra de un niño que le acariciaba impunemente su real cresta, y el león sin inmutarse siquiera.

Creo que nunca tomamos muy en serio, por honradez o por miedo,
la imagen del desgarro lacerado en las eternas llamas. Hoy en día mi paraíso es de color gris. Si. Nubes cargadas de agua. Lluvia interminable y constante que cambia su fuerza e intensidad, como compases de una buena pieza de rock, o una majestuosa sinfonía de Mozart. Una lluvia rítmica. Un ambiente algo frío, con viento suave pero marcando su presencia. No sé si un valle, una montaña, una playa o la terraza de mi casa. Ya no pienso tanto en el león sentado a mi diestra, pero si en un oso polar, mis nuevos animales favoritos. Pero mis osos se están ahogando por el deshielo y mi lluvia cada vez tarda más en llegar. Carajo. Y yo que no creo en el otro mundo, me tendré que inventar uno para conseguir mi paraíso. Si tan solo supiera escribir, haría un libro, inventaría un mundo.

domingo, 11 de mayo de 2008

Días Extraños

¿Nunca te has sentido como... deambulando en un día bizarro, extraño, incomprensible?
Como ir caminando en una calle aglomerada sin poder dar un paso por vos mismo sino que sos carroseado por mil almas desconocidas, vacías, autómatas, que te topan el hombro al caminar, te pegan la mano, te resoplan cerca de la nuca;
en un ambiente brillante, extremadamente claro, con luz radiante que ciega y rebota sobre un lecho de cal que está a tus pies y se explaya hasta la linea del horizonte y te rebota en la cara, sin consuelo arriba, sin consuelo abajo, ciego sin protección;
sintiendo una temperatura asfixiante, que no permite ni deja refugio, sin sombra en cual cubrirte, sin fuente de agua, con sed permanente, la garganta reseca, como tragando polvo con piedras, como si tuvieras carbonato con limón en el esófago;
sudando salado, pegajoso, del que se te pega a la ropa, que el vecino de la camioneta de deja en el antebrazo, sudor con olor, con hedor.


Un día extraño en donde tu mente ya no controla mucho;
Como sintiendo olas que revientan salvajes contra muros de piedra inquebrantable, rabiosa, violenta.

Imaginando ciegos que besan las manos y un sol que murmura poemas y de vez en cuando tararea una canción que además, odias.
Sintiendo una cruda infernal, insaciable, pero que no es una cruda de licor, sino del mundo, una cruda de personas, del ruido del tráfico, de las voces de los teléfonos.
Hartándote de la presencia de tu pareja, de la de tu madre, de la de tu familia, de la del chucho y hasta de la del zanate del poste de enfrente.

Con una repulsión que no te deja en paz ni a vos mismo.
Como un golpe de batería pesado, tosco, sin eco, plano, sórdido, sin vibración, un golpe de baqueta seco, directo, un sonido ahogado en sí mismo, en la caja de resonancia sin resonancia, casi sin vida, como que no existiera.
Un fondo de armonía digna de Escatología, estridente pero rítmica, el orden del caos al final del tonel de lámina en que estás metido y alguien golpea inclemente con un tubo de metal.

Como odio este clima de mierda. No me deprime ni la lluvia, ni el gris de la nubes, ni la soledad ni siquiera la tumba de mi abuela en un día de la madres. Me pone en estado letárgico, tóxico y embramado este puto calor del orto choncha de su madre, malparido pendejo hijo de la más recóndita...

Te da días en que nada sale bien,
no decís nada bueno,
no sabes qué querés hacer,
pierde tu equipo,
vos fallás un penalti,
el libro que leías lo dejaste en la oficina,
estás más coche,
no tenés amante,
o se fue con otro,
tu novia sí lo tiene,
y hoy es su día,
tu mamá... también,
solo pensás muladas,
no escribís ni mierda,
dejaste trabajo pendiente y mañana es lunes,
solo faltan ciegos de rodillas que te besen las manos,
rocas con caras de estupor esperando el fin...

The Cure me entiende, ahí te dejo la canción.