jueves, 25 de junio de 2009

Edgar Allan Poe


Ha caído en mis manos, como del cielo de los escritores, un libro que pienso devorarme como si fuese la última cena de un condenado a muerte... lentamente, saboreando cada página, sin prisa. Voy a investigar cada historia y a cada personaje. Voy a ver las películas que existan sobre cada cuento del que se haya hecho una.

Se trata de los "Cuentos completos de Edgar Allan Poe". Cada una de las historias que escribió el maestro del cuento, el señor del miedo interno, el inventor de un nuevo horror van a ser mi cena de estos días. El de la vida agotada por su genio, el del opio y el alcohol desmedidos, va a ser mi camarada nocturno. Lo único que no decido aún es la banda sonora que acompañará estas veladas. ¿Será algo tétrico para asentuar las historias?, ¿será algo ambiental para mejorar la concentración?, ¿será algo pesado para recalcar el vértigo? o ¿será un concierto para ampliar la atmósfera?

Y si bien no es en su idioma original que leeré al maestro Poe, nada podría pedir yo más que la versión en castellano de otro gran maestro: Julio Cortázar. Sería como leer a Poe en francés, desde la traducción de C. Baudelaire. Sencillamente, no hay pierde, he apostado a ganar.

Lo único que quizá podría lamentar es haberme encontrado nuevamente (parece un mal karma) con un prólogo de M. Vargas Llosa. Maldita manía de las editoriales españolas de encargarle a este individuo todo tipo de comentarios y "análisis" del maestro Cortázar, como si éste necesitara ser explicado o contextualizado, o peor aún, interpretado por un... ¡Joder con la ignominia!